Esta mañana me encontré con este artículo en la prensa. Quizás alguien más lo hay leído también hoy o alguno de estos días atrás. No es el primer caso, pero no ponemos nuestra atención sobre el tema hasta que lamentablemente ocurren estas desgracias. El caso es que aún no siendo el primer caso que ocurre, no existen métodos para evitar estos casos.
Pero, realmente ¿quién tiene la culpa?
El artículo, dice así:
Megan Meier, una niña de 13 años con problemas de depresión y déficit de atención, intercambió mensajes por internet con un adolescente llamado Josh durante más de un mes antes de que él pusiera fin a su amistad, tras lo cual Meier se suicidó, sin saber que Josh no existía. Josh se puso en contacto con ella por medio de su página en la comunidad MySpace y ambos empezaron a intercambiar mensajes, hasta que decidió terminar su relación, diciéndole que se enteró de que ella era cruel. Al siguiente día Megan se suicidó. Su familia se enteró después de que Josh nunca existió, sino que fue creado por los miembros de una familia del vecindario que incluía a un ex amigo de Megan.
Ahora los padres de Megan esperan que quienes crearon la personalidad falsa en MySpace se enfrenten las consecuencias legales de sus actos. Además, la familia exige mecanismos para proteger a menores de edad en internet.
La persona que creó la personalidad falsa, una mujer, no ha sido acusada aún de crimen alguno. Supuestamente dijo a las autoridades que lo hizo a fin de obtener la confianza de Megan y saber lo qué decía acerca de su hijo en internet.
MySpace, al igual que otros sitios de relaciones sociales como FaceBook, es uno de los ejemplos más destacados de la llamada web 2.0. En ese nuevo modelo de internet suceden dos cosas: por una parte el consumidor se convierte en generador de contenidos. Por otra, y éste es el caso, se potencia el contacto con personas de gustos, amistades y perfiles similares.
Desde mi punto de vista creo que una niña de 13 años y, además en este caso, con problemas médicos, NO debería navegar a sus anchas por interner sin que sus padres sepan exactamente qué hace durante ese tiempo. No porque ella quiera entrar en lugares que no debería visitar sino que muchas veces clicamos sin querer en ventanas de publicidad de todo tipo incluso sin querer.
Sabemos que a través de internet se miente mucho, eso es un hecho. Algunas de estas mentiras, como decir que eres más alto o más delgada, en el fondo no tienen demasiada importancia, pero otras si. Los niños e incluso mucho adultos no se dan cuenta de estas mentiras, e incluso se puede llegar a finales como el de Megan.
Pienso que es un tema que siempre estará ahí ya que la solución a este tipo de problema será difícil de encontrar.
De momento, la solución para esta niña, ya llegará demasiado tarde.